Problemas de Geografía Personal

viernes, marzo 31, 2006

Aprender






Aprender

a mirar de noche...




... para cuando no sea de día.










martes, marzo 21, 2006

Jaque



¿Qué estás esperando? ¿a que tu contrincante mueva ficha? No, te toca mover a ti y lo sabes. El reloj a tu izquierda está en marcha, nada va a detenerlo, salvo tu decisión. ¿Qué esperas? nadie puede alargar su mano y decidir sobre tus fichas, nadie puede acercarse suavemente a tu oído y susurrarte la jugada clave que modificará la marcha de la partida. ¿Qué esperas? ¿una debilidad de tu oponente, un movimiento nervioso, una impaciencia súbita, que se incorpore precipitadamente, impotente ante tanta quietud, y abandone la partida? Aún así, tú, no podrías levantarte sin realizar tu movimiento, porque sabes que el juego debe continuar, no puedes detenerlo, nadie puede. ¿Qué estás esperando? El reloj prosigue su banda sonora; las piezas no van a moverse solas...

jueves, marzo 16, 2006

Certeza

... Tengo este verde incomparable,
este amanecer de circunstancia
planeado en algún tiempo
que no es mío.

Tuve la certeza y tengo
esta obstinación de no tenerte
para que tenerte sea,
cuando deba,
su propia certeza...

sábado, marzo 04, 2006

Casualidad/Causalidad

Dos, diminutos, imperceptibles seres, a los que el antes, el después, el entre y el a través había conformado de esa manera y no de otra. Dos, del tamaño de un ojo de aguja, que habían aprendido a caminar esquivando al viento y a la lluvia, poniendo sus minúsculos pies siempre un paso por delante de lo que no debían pisar. Paseaban juntos una despejada tarde de primavera.
...

Dos, él y ella, habían decidido también pasear por aquel parque, el mismo parque de otras tantas tardes juntos, de tantas noticias y tantos motivos. Caminaban hablando agitadamente, buscando a oscuras y a tientas, un signo y ya daba igual si coma, si punto y coma, si suma o si resta, si puntos suspensivos o punto final (cualquier cosa menos aquella interminable interrogación)... Algo había quedado, entre ellos, roto y aceptarlo no era ya tarea de titanes. Dos, diminutos, imperceptibles seres, ajenos, contemplaban la vida, sintiéndose controladores del universo que les rodeaba, susurraban planes entre sonrisas cómplices, hilvanaban supuestos, futuros y pretéritos, para conformar quiénes eran, mientras sugerían a todo aquello que les pasaba por delante detenerse a contemplar la única, apacible, segura, confortable y viva realidad que les había sido otorgada a ambos. Sin mediar palabra, desde fuera de sus fronteras se abalanzó imparable, instantánea, una única, inmensa, voraz e imparable gota de agua. No sintió admiración por la fortaleza vital que habían construído los dos diminutos seres, no saludó al pasar, no pidió permiso... para estallar con violencia mortal sobre uno de ellos.
...

"No llores", dijo él tomando la mano de ella, "No se acaba aquí la vida", y ella le miro suave, sonriendo afirmativamente, aún con algún resto del camino de sus lágrimas en el rostro. Y continuaron su camino.