Problemas de Geografía Personal

lunes, abril 24, 2006

Recuerdos


La lluvia me dio una tregua y me permitió caminar no bajo sino sobre ella... La lluvia deja un olor, un sabor, un tacto diferente en aquello que roza. También el oído es diferente: crujir, fluir, un remolino, una remezcla de todo; lo amasado por el agua acompañaba a mis pasos mientras mi mente se ocupaba en recordar. Detuve la marcha un instante y me senté; detuve también los recuerdos y traté de dejarlos libres para que tomaran la forma que respondiera a su significado, sin obligarlos a estar, a ser o pertenecer a algo concreto. Sólo así se les conoce (y reconoce) realmente. Y ellos me respondieron en un bombeo continuo de efectos personales, conocidos y desconocidos aún. Me respondieron con formas y colores. Jugué, como los niños con las nubes, a perfilar mis recuerdos intuyéndolos, dándoles un nombre. Pero no era más que un juego, porque ellos, libres ya de todo aquello que ata, habían decidido por su cuenta, y la decisión era firme...

lunes, abril 03, 2006

Un grillo puede salvar una flota...

"[...]Ocurrió que un grumete, casi un niño, llamado Sandoval embarcó un grillo escondido. Travesura, porque está prohibido agregar a las alimañas de a bordo, incluidos hombres, otras que normalmente no son viajeras. Basta y sobra con las cucarachas, pulgas, piojos y las infaltables ratas que las más de las veces terminan sirviendo como reserva alimentaria antes de la muerte o la costa feliz.
Sandovalito escondió el grillo en al juntura de una cuaderna y cuando lo fue a buscar ya no lo encontró. Seguramente el grillo había saltado por la borda para no soportar el hedor humano.
Después de dos meses alcanzamos la costa del norte de la tierra del palo brasil. Bogábamos en conserva proa al sur, llevados por el fuerte viento de popa. En el silencio de una noche en que sólo se escuchaban los pasos y los trabajos de cubierta, en la bodega de proa se empezó a escuchar el persistente canto del grillo. A los hombres les pareció que tenía una fuerza inusitada. No sólo el animalito no se había suicidado ni muerto sino que había sobrevivido, sin hambre ni mareo. Fue entonces cuando el viejo Benalcázar, todavía más judío que converso, saltó fuera de sus sueños y agitó a los hombres que dormían y alertó a la guardia. "¡El grillo sólo canta si está en tierra! ¡Peligro!". Se alertó a la cofa entre gritos alarmados. Se escrutó por babor y estribor y enseguida aparecieron entre los velos de humedad los arrecifes del norte de Brasil apenas a la distancia de un tiro de ballesta.
El piloto había llevado mal rumbo y tenía mal calculada su marcación de tierra, se había creído en alta mar. Se atronó con la bombarda para alterar desde la carabela capitana a las otras naos y se logró enderezar el rumbo hacia el mar libre antes de caer en las corrientes atractivas.

- ¡El grillo! ¡El grillo!

Hicieron una pantomima. Le sirvieron vino tibio con azúcar. Le intentaron poner una coronita dorada y una capita de terciopelo rojo.
El grillo siguió cantando ajeno a los honores hasta que las proas estuvieron bien entradas en el mar.
Días después, cuando bajamos por agua fresca y palmitos, ordené que lo llevasen a tierra para premiarlo según su ancestral voluntad. Merecía lo que todos deseábamos. Pero nadie pudo encontrarlo... [...]"


El largo atardecer del caminante .-. Abel Posse