
Un solo átomo de hierro.
No hay regreso una vez traspasado
ese horizonte.
El astro fabrica, en su interior,
su único veneno
en un intento voraz por respirar.
No existe antídoto.
El microscópico mineral crece y,
en segundos,
desencadena la muerte de la estrella.
1 Comments:
Cuánto tiempo! qué alegría saber de tí! :-).
Tan grande y tan fugaz...
Saludos!
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Lidia, at 10:20 a. m.
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