Problemas de Geografía Personal

sábado, noviembre 05, 2011

Muerte de una estrella




Un solo átomo de hierro.

No hay regreso una vez traspasado
ese horizonte.
El astro fabrica, en su interior,
su único veneno
en un intento voraz por respirar.

No existe antídoto.

El microscópico mineral crece y,
en segundos,
desencadena la muerte de la estrella.

lunes, abril 02, 2007

A compás


Si hace bueno abren la puerta despacito y salen a la calle. Primero él, que se asoma desde la entrada y echa un vistazo rápido a la calle de comprobación rutinaria, para asegurarse de que todo está como lo dejaron hace siglos… Él baja el escalón y se gira hacia la puerta, ella extiende sus manos, confía. Permanece inmóvil mientras él cierra la puerta. Por último le coge del brazo y comienzan a caminar.

Él avanza con pasos largos y pausados; ella, en cambio, da pequeños pasitos rápidos. Los tiempos son diferentes, son diferentes los ritmos, parece descompasado al principio, imposible de seguir, como una coreografía mal aprendida. Se terminará tropezando –piensas, o- tarde o temprano uno de los dos cederá y terminará caminando como el otro… Pero esto nunca sucede. Permanecen durante media hora dando vueltas al pequeño parque que colocaron enfrente de su casa… y aunque los tiempos son diferentes y son diferentes los ritmos, es la misma distancia recorrida en una complementariedad absoluta que no acierto a razonar cómo y por qué arte ancestral del universo se encuentra bajo sus pies y se anuda a sus brazos como a la vida misma…

sábado, febrero 17, 2007

Teclado



La misma forma o parecida; las mismas letras, los mismos números, una distancia similar entre sus cuadrados simétricos. Ante cualquiera, igual a los demás de su especie. Símbolos que no significan nada por sí solos, que se abren o se cierran, buscando respuestas o expresando sentimientos… Sentimientos… escondidos dentro de cuadrados simétricos que no serían nada sin unas manos, unos dedos, que los pulsaran. A ritmo. A compás. Con un lenguaje interno, único, como el de las olas rompiendo sobre la costa, o el ir y venir de la cola de un perro… Los dedos se pierden entre cada signo carente de todo, vacío, y forman todo un mundo que no se acaba en sí mismo… que pervive y continua más allá de donde acaba la materia, plástica, de la que está hecho. Igual a los demás de su especie, pero no… yo sé de él, lo conozco. Ha sido testigo de preguntas y lágrimas, de miedos y horas tratando de encontrarle un sentido al mundo. Sus formas son parte de mi historia, sus tonalidades (de blancos y negros), hijas de mis dedos… No está sucio… sólo tiene vida y muerte entre su simetría; constancia en sus maneras; fuerza en sus decisiones; capacidad de evolución… Porque Entrar no siempre es hacia el mismo sitio… alguna vez me abrió la puerta a la paz y otra me dejó dentro de una guerra… Porque Espacio no siempre es vacío y ausente de gravedad, en ocasiones marca el límite imposible de una posibilidad encubierta… Letras y números se suceden en un círculo infinito de sentidos y sin sentidos porque, igual que cualquier tipo de palabras, no tienen sus formas más valor que aquel que les cargue el mundo que las habita…

lunes, noviembre 27, 2006

-R-

No hay tipos de resignación. Hay modos de tristeza y clases de espera, hay distintas emociones, grados de nostalgia,... pero sólo una resignación, siempre apagada, sombría, ausente, implacable, sacudiéndonos la capacidad de decidir, la esperanza.

Sin tocarnos se acerca, se sienta en un rincón, sin mirar siquiera, sin estridencias, con calma. Con calma, porque una vez que aparece es para quedarse, llega porque se agotaron el resto de los caminos, y ella lo sabe; se sabe el último recurso, relegada al extremo en que ya nada se puede hacer, reir o llorar. Esa es su fuerza, saberse invencible en su diminuto territorio. Desde allí no hay vuelta atrás. No hay paisaje que mirar, ni tiempo que aguardar. Se detienen de golpe el tiempo y el espacio, el ruido y el silencio, la duda y la certeza... Y sólo hay mordiscos repentinos de recuerdos de lo que fue, lo que pudo haber sido, lo que debió haber sido...

Reniego de esa memoria de colmillos afilados, la espanto y luego me arrepiento. La resignación sigue sentada en su rincón, reinando, dueña y señora de la nada que domina. La miro y me lanza una mueca con dolor de sonrisa. Nada más. Sentarme en aquel banco invadida de contradicciones y violencias inútiles, mientras me muerden los pies y las manos las bocas de la imposibilidad.

sábado, octubre 28, 2006

Arcilla


La luz, la espera, la oscuridad… El espacio, el tiempo, el molde… La posibilidad, el centro… Lo plural…

Disponemos de un pedazo de arcilla, no sabría definir su tamaño, poco importa. Es un trozo compacto, único, nuestro. Me tomas la mano y diseñamos juntos. Tenemos todas las posibilidades que alcancemos a imaginar. Justo las mismas que tendríamos si el tamaño de nuestro trozo de arcilla fuera mucho mayor. Igual podríamos ver nacer una nube, una mano, un cenicero, una mariposa, un cofrecito donde acostar, cada noche, nuestro lado mágico. Que el trozo sea más pequeño es tan sólo materia, es tan sólo más paciencia para darle al detalle su forma, su relevancia, para darle al resultado final la mirada precisa que reflejan nuestros ojos. No sabría definir su tamaño pero sé que nunca nos va a faltar un pedazo de arcilla… de eso te encargas tú,… de eso me encargo yo…. Te tomo la mano y diseñamos juntos...

miércoles, septiembre 27, 2006

Hasta luegos




Ya está aquí. Con las hojas arremolinadas sobre el suelo, persiguiéndose unas a otras incansables. Con las primeras lluvias que aún nos sorprenden con aquel paraguas rojo y verde del año pasado que rompió el viento en el recuerdo y sin haber encontrado sustituto. Con las noches prontas y frescas, refugios contra el frío bajo mantas y edredones con olor a meses en el armario. Llega, aunque por unos momentos hubiéramos tenido la sensación de que, igual, ya no lo haría más; llega y se instala en todas partes, a sus anchas, como si nunca se hubiera, realmente, marchado. El otoño…

Y nos apremia a amontonar hojas en la acera, frío tras los cristales y ropa de abrigo en los armarios y sobre las camas. Se nos mete en los huesos, cada vez más gélido, y cuando nos habíamos acostumbrado a él, abre la puerta y sale dejando pasar el frío hasta el último rincón de las habitaciones. El invierno… Interminable, gris, nos acompaña en la tarea de esquivar charcos de lluvia y copos de nieve dejados caer a la deriva. La constante helada… ecuación sofisticada, confusa, nebulosa, a la que nos parece imposible encontrar solución… Pero la tiene…

También el invierno abre la puerta y se marcha, también deja atrás huellas y cicatrices y claudica el frío y reaparece el cielo y comprobamos que continúa, a pesar de todo, en el mismo lugar de siempre. Todo gira sobre sí mismo, se detiene, crece y encoge, busca su lugar en el espacio y en el tiempo, porque la historia es una red y no una vía, de esa misma manera en que transcribimos lo que somos y le damos forma nueva para encontrarnos, de esa misma manera, la vida está compuesta de continuos puntos suspensivos, puntos y seguido, puntos y aparte (hasta pronto) con intención de círculo cuyos extremos se buscarán, incansables, hasta encontrarse (quién sabe cuándo y dónde) para cerrarse y continuar…

miércoles, septiembre 13, 2006

Un minuto de silencio, Luis del Val


"El dueño del universo se acercó a la gran central galáctica, pulsó el botón del silencio y en un planeta llamado Tierra cesaron todos los sonidos.

En las casas se apagó el temblor de la lavadora, el runruneo del aspirador, el roce de los zapatos sobre el suelo, el zumbido del aire por la campana extractora de humos, el timbre del teléfono.

En las calles cesó el ronco bramido de los motores de los automóviles, el incesante fragor del aire penetrando por los vehículos en marcha, el quejido de las persianas de los comercios, las campanillas de las puertas.

En el campo, la sinfonía del viento pulsando las hojas de los árboles se desvaneció, y los pájaros movían el pico sin que saliera ninguna nota de sus gargantas cantoras. Era triste contemplar el arroyo jugando al escondite por el lecho pedregoso, sin que el tranquilizador sonido del agua pudiera ser escuchado por nadie.

En la costa, las olas saludando a la arena y a las rocas parecían materia pesada y aceitosa, y ni las puntillas blancas de la espuma, ni las ondas, lograban evitar una sensación de congelado terror.

Pero lo que en aquel minuto interminable sumió a los habitantes del planeta en un fundado pánico fue la pérdida de la palabra. Porque es verdad que con la palabra se ofendía, se insultaba, se llamaba al odio, se incitaba a la venganza, se estimulaba, la violencia. Sin embargo, también era la palabra elemento imprescindible para llamar con angustia al hijo en peligro, para saludar a los que llegaban, para despedir a los que viajaban y, sobre todo, para expresar los afectos, el cariño, el amor de los unos para con los otros.

En aquel minuto tremendo y angustioso nadie pudo decir “te quiero”, nadie pudo prometer nada, nadie pronunció “siempre”, nadie dijo “nunca”.
Y el dueño del mundo, observando cómo en ese planeta iba a cundir la más horrible de las locuras, volvió a pulsar el botón y cantaron las fuentes, piaron los pájaros, mugieron los toros, zumbaron los insectos, aplaudieron las hojas al aire que las agitaba, y muchos, muchos, dijeron “te amo” a la persona que tenían al lado.

El dueño del mundo sonrió y salió satisfecho de la gran central galáctica."


Un minuto de silencio
Luis del Val

sábado, septiembre 02, 2006

Estrellas fugaces

Pertenezco
a la locura que respira tus sueños,
al pulso acelerado de no verte,
a la cadencia caótica
de unos kilómetros que nos acercan.

Y equivocar el paisaje al buscarte,
equivocar mi nombre en tu ausencia
no es más que una parte
de esta perplejidad que insiste
en desposeerme de lo que yo sé que tengo.

Puedo errar el tiro de mi voz al llamarte
porque uno no tiene
el control absoluto de la trayectoria y la fuerza.
Puede llegar mi voz distinta,
a través de un hilo que es otro, diferente
a tocarte.
Puedes sentirme, por un instante, más lejos que nunca,
incluso me permito perderte un segundo
en la maraña de letras que intentan formar el silencio.

Entonces vuelve,
beso sobre la lágrima,
inflamable mirada a través de mi cuerpo.
Vuelves con el abismo de ti entre las manos
ofreciéndome quien soy
como el eco que refleja la máxima verdad que conoce.

Y equivocar mis pasos en la oscuridad
no es más que un intento feroz
de unir los puntos luminosos
que brillan, a lo lejos,
como estrellas fugaces de echarte de menos.

jueves, agosto 24, 2006

Resistir

Sentada en aquella silla de propaganda de plástico verde, la madre sorbía su copa despreocupada,... reía a carcajadas, como si reír fuera lo único que fuese capaz de hacer, bromeaba con el resto de bebensales de la mesa, conjuraba, entre aspavientos, pretendía, divagaba sobre cualquier tema de conversación derramando, a ratos, su bebida sobre la mesa verde de propaganda.

La niña, mientras, imaginaba castillos, hadas y dragones y se afanaba por encaramarse a uno de los viejos bancos de la plaza. Y lo conseguía. Triunfante ideaba la mejor forma de atravesarlo asida al respaldo, poniendo todo su esfuerzo, toda su capacidad y sus ganas en aquella hazaña que cobraba vida en su aventura.

En un momento la madre se gira y observa unos segundos a la pequeña antes de levantarse y, como si de una reacción automatizada se tratase, sin dejar de reír ni mirar en la dirección de la conversación que en ese instante mantenía, toma a la niña de los brazos y la deja en el suelo mientras le propina una leve cachetada en señal de regaño. No le da más importancia a la situación,... pero sí la tiene... Ella, sin saberlo, sin ni siquiera poder intuirlo, acaba de permitir que un clan entero de ogros escapara y comenzara a avanzar hacia la aldea más cercana en busca de su próxima cena...

La niña, se frota ligeramente el cachete castigado sin dejar de andar primero, trotar después,... salir disparada,... correr... cabalgar veloz a lomos de un dragón de alas diminutas y cola rosa, mientras desde el suelo todos los duendes y gnomos del bosque le dan ánimos y fuerza. Así, corriendo, alcanza, por fin, el banco contiguo y, sin mirar siquiera un segundo hacia atrás, coloca en él sus manitas y comienza a idear la mejor manera de atravesarlo...

viernes, julio 28, 2006

Camino Cierto

Nada. Ni esperarlo, ni observarlo. No era necesario ni conveniente. Nada: atosigar las expectativas, las posibilidades... Abrumar a las estelas doradas y brillantes que lo rodeaban cada vez que avanzaba, retrocedía o permanecía sentado al borde del camino hablando con las flores, abrazando los árboles, conversando con los patos, espantando palomas, cazando atardeceres... Nada. Ni buscarlo, ni encontrarlo. No hacía falta, no valía ni hubiese bastado: perder la calma, ignorar todo aquello que aún no podían ser hechos o palabras pero que latían al ritmo imparable de un idioma compartido, conocido... reconocido... Nada.

Justo saber: saberlo, saberse, sabernos... que la luz de un faro, apagándose suavemente al compás de un sueño, habla; que la alineación perfecta de dos botes de danao en medio de la carretera habla; que los horarios de autobuses y trenes hablan; que hablan el cerrar los ojos, las musas, reencontrar la voz al mismo tiempo y descubrir que siempre había estado ahí... habla, habla tanto y tan fuerte como esta sensación aquí, en el estómago, cada vez que perdemos pie y comprendemos que podemos volar...

Nada. Ni esperarlo, ni observarlo, ni buscarlo, ni encontrarlo... No hacía falta, no valía ni hubiese bastado. Tan sólo saber escuchar a todo aquello que, alrededor, nos confirma a cada instante que recorremos el camino cierto...

miércoles, julio 19, 2006

Algo nuevo

Sonriendo. Despacito. Dando a cada paso la trascendencia que realmente tiene. Como sólo ellos saben. Todo su tiempo acumulado avanzaba hacia mí ayudado por un bastón. Yo lo miraba acercarse sentada en mi banco de aquel parque; aún no lo sabía, pero le había estado esperando...

Se detuvo a varios metros de mí mientras miraba las plantas del jardín sonriendo,... despacito... Al reanudar su marcha me buscó con la mirada y cuando llegó, despacito,... sonriendo,... a mi altura, se detuvo mientras murmuraba tanto para mí como para él como para las plantas del jardín, como para cualquiera que hubiera podido o querido escucharle: "nunca había visto unas así. Esas amapolas. Tienen una pelusilla. He vivido siempre en el campo, conozco bien las amapolas, pero..." . No supe más que asentir y devolverle la sonrisa a sus ojos húmedos, vivos, sorprendidos, emocionados, emocionantes...

Dio tres pasos... "nunca es tarde para aprender algo nuevo", sentenció dándome ya la espalda. Sin mirar atrás. Sonriendo. Despacito... se alejó con su bastón y todo su tiempo acumulado...

viernes, julio 14, 2006

lugar

El jardinero experto mimaba con celo todas las plantas del jardín. Ellas no podían resistirse a sus cuidados y, tarde o temprano, terminaban haciendo lo que les correspondía hacer por naturaleza: crecer, florecer, lucir sus mejores colores y brillos...

Aquella no. Había pasado por todas las ubicaciones posibles en el jardín, todas las combinaciones posibles; nada había dado resultado. Aquella planta que le regalaran, ya hacía demasiado tiempo, mustia, sin color, apenas un tallito marrón de 10 centímetros, seguía justamente así. Demasiado tiempo...

Cansado, el jardinero experto un día de invierno dejó aquella planta junto a los contenedores de la basura que había delante de la casa. Allí la encontró el jardinero de la casa de al lado. Se agachó para mirarla, rozó con los dedos el tallo marrón de 10 centímetros y se la llevó con él. Aquel otro jardín, contiguo al primero, era prácticamente igual. El nuevo jardinero la colocó en un huequecito que quedaba libre, la regó un poco, le sonrió y entró en su casa pasando la mirada por todo el resto de plantas de su jardín a modo de saludo.

Al mes siguiente, aquella planta, era lo que tenía que ser, lo que podía ser... porque estaba en el lugar en el que debía estar...

miércoles, julio 05, 2006

...Que estás conmigo caminando, detenidos, que me llevas de la mano hasta donde quiero ir... Que la distancia y el tiempo son relativos, ya lo sabes, que no les damos papel ni colores para garabatear sus maldades, y nos inventamos un espacio y un tiempo renovados, únicos, dentro de los que ocurre justo lo que nosotros soñamos que ocurra (¡sueña! no dejes de hacerlo...). Me gusta subir a tus pensamientos como cuando subo a la noria, tú habitas los míos, como buen duende, como si de un amuleto mágico se tratara,... invades mi luz, te haces luz, iluminas cada uno de mis pasos...

viernes, mayo 19, 2006

Respuesta


Dentro del fondo sin forma de la noche
donde caen los párpados con besos, allí donde se reinventa
la fórmula de enlace y desenlace
y es una misma cosa
aquello que intuí y lo que hoy sé,
cabía el universo y me diste tu mano,
no hallé ecuación que resolviera
el espacio absoluto de tu cuerpo
ni el extraviado acertijo
de marea baja,
de granate,
de faro encendido en un cuatro por diez;

no hizo falta respuesta, la respuesta
es la fórmula constante de la duda,
ni fue necesaria la aparición hipnótica
de la luna y su empeño
de luz (la posibilidad
siempre jugando al azar,
siempre,
olvida que todo cobra vida en lo imposible).

No hizo falta.

Cabía el universo, y me diste tu mano...

viernes, mayo 05, 2006

...existe un camino...


...existe un camino donde la certeza pierde su sentido
y se convierte en dirección... donde el viento ya no te lleva
sino que te trae bajo pura diversión acordada, con libertad... libre...
...existe un sendero, aparte del camino, donde uno se puede parar
donde se divisa el mar en las hojas de bosques del año tres...
...estelas luminosas donde las ramas forman palabras
que solo leen personas elegidas...

...el tiempo deja de ser tiempo en el camino...
...los conceptos, las palabras, caen por su propio peso...

...y al final de los tiempos... son lo que son... invenciones...

...yo he encontrado mi camino...

...con él... soy...

lunes, mayo 01, 2006

Fandango

Yo quiero escribir
y hablar sin palabras,
atarme a un silencio.
Te quiero decir
que existe la magia
y tiene vida el sueño.
Me quiero quedar
dormida en tus brazos,
perdida en tu cuento...

Yo espero encontrar
tus manos descalzas
en mí, sonriendo...
cuando al despertar
te busque en mi playa
sin lugar ni tiempo,
y hacerte saber
con una mirada
que juntos podemos...

lunes, abril 24, 2006

Recuerdos


La lluvia me dio una tregua y me permitió caminar no bajo sino sobre ella... La lluvia deja un olor, un sabor, un tacto diferente en aquello que roza. También el oído es diferente: crujir, fluir, un remolino, una remezcla de todo; lo amasado por el agua acompañaba a mis pasos mientras mi mente se ocupaba en recordar. Detuve la marcha un instante y me senté; detuve también los recuerdos y traté de dejarlos libres para que tomaran la forma que respondiera a su significado, sin obligarlos a estar, a ser o pertenecer a algo concreto. Sólo así se les conoce (y reconoce) realmente. Y ellos me respondieron en un bombeo continuo de efectos personales, conocidos y desconocidos aún. Me respondieron con formas y colores. Jugué, como los niños con las nubes, a perfilar mis recuerdos intuyéndolos, dándoles un nombre. Pero no era más que un juego, porque ellos, libres ya de todo aquello que ata, habían decidido por su cuenta, y la decisión era firme...

lunes, abril 03, 2006

Un grillo puede salvar una flota...

"[...]Ocurrió que un grumete, casi un niño, llamado Sandoval embarcó un grillo escondido. Travesura, porque está prohibido agregar a las alimañas de a bordo, incluidos hombres, otras que normalmente no son viajeras. Basta y sobra con las cucarachas, pulgas, piojos y las infaltables ratas que las más de las veces terminan sirviendo como reserva alimentaria antes de la muerte o la costa feliz.
Sandovalito escondió el grillo en al juntura de una cuaderna y cuando lo fue a buscar ya no lo encontró. Seguramente el grillo había saltado por la borda para no soportar el hedor humano.
Después de dos meses alcanzamos la costa del norte de la tierra del palo brasil. Bogábamos en conserva proa al sur, llevados por el fuerte viento de popa. En el silencio de una noche en que sólo se escuchaban los pasos y los trabajos de cubierta, en la bodega de proa se empezó a escuchar el persistente canto del grillo. A los hombres les pareció que tenía una fuerza inusitada. No sólo el animalito no se había suicidado ni muerto sino que había sobrevivido, sin hambre ni mareo. Fue entonces cuando el viejo Benalcázar, todavía más judío que converso, saltó fuera de sus sueños y agitó a los hombres que dormían y alertó a la guardia. "¡El grillo sólo canta si está en tierra! ¡Peligro!". Se alertó a la cofa entre gritos alarmados. Se escrutó por babor y estribor y enseguida aparecieron entre los velos de humedad los arrecifes del norte de Brasil apenas a la distancia de un tiro de ballesta.
El piloto había llevado mal rumbo y tenía mal calculada su marcación de tierra, se había creído en alta mar. Se atronó con la bombarda para alterar desde la carabela capitana a las otras naos y se logró enderezar el rumbo hacia el mar libre antes de caer en las corrientes atractivas.

- ¡El grillo! ¡El grillo!

Hicieron una pantomima. Le sirvieron vino tibio con azúcar. Le intentaron poner una coronita dorada y una capita de terciopelo rojo.
El grillo siguió cantando ajeno a los honores hasta que las proas estuvieron bien entradas en el mar.
Días después, cuando bajamos por agua fresca y palmitos, ordené que lo llevasen a tierra para premiarlo según su ancestral voluntad. Merecía lo que todos deseábamos. Pero nadie pudo encontrarlo... [...]"


El largo atardecer del caminante .-. Abel Posse

viernes, marzo 31, 2006

Aprender






Aprender

a mirar de noche...




... para cuando no sea de día.










martes, marzo 21, 2006

Jaque



¿Qué estás esperando? ¿a que tu contrincante mueva ficha? No, te toca mover a ti y lo sabes. El reloj a tu izquierda está en marcha, nada va a detenerlo, salvo tu decisión. ¿Qué esperas? nadie puede alargar su mano y decidir sobre tus fichas, nadie puede acercarse suavemente a tu oído y susurrarte la jugada clave que modificará la marcha de la partida. ¿Qué esperas? ¿una debilidad de tu oponente, un movimiento nervioso, una impaciencia súbita, que se incorpore precipitadamente, impotente ante tanta quietud, y abandone la partida? Aún así, tú, no podrías levantarte sin realizar tu movimiento, porque sabes que el juego debe continuar, no puedes detenerlo, nadie puede. ¿Qué estás esperando? El reloj prosigue su banda sonora; las piezas no van a moverse solas...